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Profesor de música del Colegio Santiago Oñederra.

domingo, 30 de agosto de 2009

Constitución

Río Maule

Mauli, Maure, Maulli……, finalmente Maule. Vocablo aborigen, sonoro y cantarino como las aguas del caudal de nuestro querido y legendario río.
Cuatro palabras del mapudungún, la lengua de nuestros aborígenes, para identificar a nuestro río legendario. Traducido al castellano nos permite descubrir un nombre sugerente y poético: el río de las lluvias, o de las nieblas. Y de allí viene también nuestro gentilicio de mauchos, que significa hombre de las lluvias.
Río de poetas, de pintores y de enamorados; de placeres y tragedias que tras cruzar desde la cordillera con su torrente de vida y belleza, muere majestuoso y gigantesco en el mar, en ese surtidor trágico llamado La Poza, al decir del gran poeta maulino Efraín Barquero.
Río histórico y épico. Cuna de una generación legendaria de navegantes: los inolvidables Guanayes, que tras conquistarlo aguas arriba en esforzadas navegaciones, extendieron más tarde su odisea mares afuera tripulando los no menos legendarios faluchos.
El conquistador, en su avanzada terrestre y marítima hacia el confín del mundo, como dio en llamar estas tierras ignotas, encontró éste caudal que ya se había transformado en la grandiosa e infranqueable frontera defendida por los mapuches para detener el avance de las huestes incásicas.
Este majestuoso torrente, plácido y acogedor en el tiempo de estío; violento y enardecido en el tiempo de las lluvias, generó microclimas en los valles de la Cordillera de la Costa, y también dio origen a una serie de comunidades, siendo la más importante Nueva Bilbao de Gardoqui, hoy día Constitución.
A la altura de El Morro, antiguamente estación ferroviaria y hoy apenas un paradero que se ubica entre Curtiduría y Corinto, en la ribera Sur del río, existe aun un pequeño territorio llamado El Barco, antiguamente El Barco del Rey, puesto que a esa altura del río, en pleno desarrollo de la conquista de Chile, se construyó una embarcación en la que cruzaban las avanzadas españolas con sus cabalgaduras y carruajes hacia Concepción por el camino que hasta ahora se conoce como la Ruta de los Conquistadores
Más tarde, con el surgimiento de los asentamientos aledaños al río y el emplazamiento de astilleros en diversos puntos de la ribera, especialmente cerca de la desembocadura, se origina una intensa navegación fluvial y la construcción de embarcaciones de distinto calado, lo que permite incluso la navegación en la costa Oeste del Continente americano.
En la navegación por el río, única vía de acceso para llegar hasta el Océano y poder sacar los productos agrícolas a otras latitudes, fueron surgiendo algunos puertos fluviales como Linares
de Perales, Curtiduría, Piedras de Moler, Infiernillo, Toconey, Pichamán, Forél, Huinganes, Maquehua, para terminar en Nueva Bilbao. Luego, con la construcción del ferrocarril, la mayoría de ellas se transformaron en estaciones, lo que trajo consigo la muerte de la gran navegación por el Maule.
Esta se realizaba en lanchas muy peculiares, generalmente muy planas, de poco calado y anchas, hechas en roble pellín y pintadas enteras con alquitrán. Sus tripulantes, los guanayes, esperaban el viento para acapararlo en su vela rectangular que permitiera vencer las correntadas. Cuentan que cuando había calma entonaban un estribillo que decía “Pilón, pilón, ven a tu cajón”. El Pilón era el viento llamado travesía, que corre de mar a cordillera. Si la invocación no daba resultado no tenían otra alternativa que remar a cuatro, seis y hasta ocho bogas o, lo más difícil, arrastrar la embarcación con gruesas cuerdas, en una titánica y difícil tarea. Estos marinos fluviales usaban unos camisones de crea blancos y avanzaban tirando los cabos entre las piedras a pié pelado o calzando ojotas.
El gran pintor Thomas Somerscale reflejó como ningún otro la actividad fluvial, especialmente la proeza diaria de los guanayes, inmortalizando en cuadros magistrales su titánica faena. Gracias al trabajo de este artista hoy podemos conocer algo de estos formidables antepasados.

Vida y tradición
Con el poblamiento humano surge una forma de vida que más tarde le dará la identidad e idiosincrasia a esta región. El cultivo del trigo, de las viñas y legumbres da origen a faenas como las trillas a yegua y las vendimias, las que durarán semanas, en las que no faltaban las cantoras con arpas y vihuelas lanzando sus voces desde el punto más alto de la parva de paja, o diversiones como las topeaduras y las carreras de caballos
La ribera del río, frente a Constitución, desde el sector del Dique hasta casi llegar a La Poza fue ocupada por astilleros que trabajaban arduamente para poder cumplir con los despachos de naves que viajaban hacia el Norte, incluso hasta California, según testimonios de cronistas y antiguos.
Mucha agua ha bajado por el Maule y seguirá bajando. Un río de historia inagotable, que dio origen a una comunidad de hombres y mujeres perseverantes, desde que decidieran instalarse en sus márgenes encabezados por el insigne vasco Santiago Oñederra Alvizú, líder indiscutido en la fundación de este puerto fluvial y que, con mucho orgullo, nuestro colegio lleva su nombre.